El Museo del Buen Pastor abrió sus puertas y su corazón a una experiencia llena de historia, conexión y espiritualidad.

En un rincón sagrado del centro histórico de Quito, donde el tiempo parece detenerse y las paredes guardan silencios que hablan, se vivió una jornada inolvidable. La convivencia en el Museo del Buen Pastor, antigua casa conventual y primer hogar de las hermanas de la Congregación en Ecuador, se convirtió en un espacio para recordar, agradecer y compartir.

Este lugar, ahora convertido en museo, sigue siendo un punto de encuentro entre generaciones. Cada objeto, cada rincón, cada fotografía nos conecta con las raíces de una misión que sigue viva. Pero este encuentro fue más que una visita guiada: fue una oportunidad para vivir el carisma del Buen Pastor desde la experiencia, la memoria y la fraternidad.

👣 Caminar por el pasado, abrazar el presente

Durante la convivencia, los asistentes recorrieron las salas del museo, conocieron anécdotas de las primeras hermanas, revivieron momentos históricos de la misión y compartieron reflexiones en comunidad. Risas, silencios, miradas emocionadas y oraciones espontáneas llenaron el ambiente de una energía única.

El museo no es solo un lugar para mirar… es un espacio para sentir. Para dejarse tocar por la historia y dejar huella también.

🤝 Conexiones que transforman

Más allá del valor patrimonial, lo que más conmovió fue el encuentro humano. En medio de dinámicas, cantos, espacios de oración y diálogo, se tejieron nuevas amistades y se renovaron compromisos. Las personas que asistieron se fueron con el corazón lleno y la certeza de que, en esta casa, todos tienen un lugar.

🎧 Si quieres revivir un momento especial de esta jornada, mira nuestra galería fotográfica.